El ruído de las máquinas para la fabricación de calzados no se escucha en los barrios de Barranquilla y Soledad.

Con el inicio de la cuarentena el pasado 25 de marzo, debieron parar los más de mil talleres que existen en esta ciudad.

“Quedamos totalmente desprotegidos”, asegura Luis Grece De Ávila uno de los voceros de este gremio que vive del día a día y de quienes dependen además miles de trabajadores

Los negocios están cerrados “ y las necesidades crecen”, añade  De Avila mostrando las máquinas apagadas y mucho por trabajar. 

A la Gobernación del Atlántico y las alcaldías de Barranquilla y Soledad, los fabricantes de calzado piden con urgencia “alivios económicos para sobrevivir”.

“Todos los talles nos encontramos cerrados y  o tenemos ayuda del Estado” dice Ezequiel Polo, otro pequeño empresario.

Lamentándose, Polo afirma: “Hay facilidades de crédito, pero no ha llegado a nosotros, sí hay ayuda alimentarias, pero no ha llegado a nosotros"